La mentira que hay tras tu despido disciplinario
Ya sea comunicado por burofax, por correo electrónico o por un mero escrito, el despido disciplinario, generalmente, suele traer consigo un profundo sentimiento de injusticia y un estado anímico de frustración. ¿Por qué? Pues porque en un porcentaje altísimo de supuestos, estimamos que en más de un noventa y siete por ciento, esas extinciones de la relación laboral se apoyan en falsedades, algunas de ellas muy burdas y flagrantes. Hablamos de personas que se han desempeñado con toda la seriedad, la diligencia, el esfuerzo y la profesionalidad posibles y que, sin embargo, se ven acusadas y despedidas. Para ello falazmente se les imputan «actos de indisciplina», «quebrantamiento de la buena fe contractual», «deslealtad», «bajada continuada y voluntaria en el rendimiento normal o pactado» o cualquier otra ocurrencia con la que se pretende justificar el despido.
En más de un noventa y siete por ciento, las extinciones de la relación laboral se apoyan en falsedades
Creemos necesario, como cuestión de partida, explicar la razón del despido disciplinario. Ésta se encuentra en la intención de prescindir de tus servicios sin que se te abone tu indemnización por despido y en querer evitar que, de ser impugnado, el despido sea declarado como despido improcedente. Es decir, quieren despedirte a coste de 0 €. Si la relación laboral se extingue por un despido disciplinario no te van a pagar indemnización por despido alguna. En el mejor de los casos, te ingresarán el salario correspondiente a los días del mes que hayas trabajado, hasta la fecha del despido; más la parte proporcional de las pagas extraordinarias, sino las cobrabas prorrateadas; y las vacaciones devengadas y no disfrutadas. Es lo que se denomina finiquito. Pero la indemnización por despido no es lo mismo que el finiquito. Y te advertimos que tengas mucho cuidado, pues en el cálculo del finiquito, en muchas ocasiones, hay cantidades mal computadas o conceptos que, intencionadamente o por accidente, se caen de la suma. Hablamos de días de vacaciones, horas extras, comisiones o incentivos, etc. Nuestro consejo es que acudas a un profesional para que contraste si lo que te van a pagar en el finiquito es lo que verdaderamente te corresponde.
Dicho todo esto, abordamos una cuestión práctica: «¿Qué hacer ante un despido disciplinario?».
Estás teletrabajando y recibes un correo electrónico con la fatídica comunicación, en la que se te acusa de cualquier barbaridad. Estás en la empresa y, de forma imprevista y sorpresiva, te llevan a una sala o a un cuarto en el que te hacen entrega de un documento por el cual se te participa que, por motivos disciplinarios, causas baja en la empresa. O, estando tranquilamente en casa, te llega un burofax en el que se te da cuenta de cualquier injustificado embuste por el que te despiden. Es lo que también se conoce como carta de despido.
En primer lugar, mantén la calma. Sabemos que es difícil, pero es esencial que controles el desasosiego que una afrenta a tu honor y a la decencia, como la que acabas de padecer, pueden llegar a producirte. Seguidamente, te instamos a que, de serte requerido que firmes esa comunicación, escribas en la misma la fecha, la expresión «NO CONFORME» y tu firma. Si como consecuencia de los nervios, naturalmente consustanciales a esta situación, o por medio de algún engaño o ardid has firmado la carta de despido e incluso, en la misma, reconocido los hechos que se te imputan, te recomendamos que te pongas en contacto con un profesional.
Porque desde ese momento, se ha puesto en marcha el reloj para impugnar el despido disciplinario y lograr, de tal modo, que sea declarado despido improcedente y conseguir tu indemnización por despido.
Seguro que alguien te ha dicho que «para hacer la papeleta de conciliación no hace falta abogado». Pero, en muchas ocasiones, quien ha redactado la carta de despido es un profesional de la abogacía que conoce la ley, el convenio colectivo de aplicación, la jurisprudencia y que va a poner toda esa formación y conocimientos en tu contra para evitar que obtengas tu indemnización por despido. Son muchas, demasiadas, las ocasiones en las que la persona despedida deja pasar el plazo, presenta una reclamación errónea o, de llegar al acto de conciliación, se les ofrece un acuerdo irrisorio muy por debajo de la cantidad que le correspondería por su indemnización por despido. Es muy usual que esto pase porque, en la conciliación, tendrás que vértelas frente a un abogado. Y no todo el mundo sabe realizar un cálculo atinado de la indemnización por despido.
Solamente contando con la asistencia de un equipo jurídico eficiente podrás demostrar que todo lo que se dice en la carta de despido no son más que engaños. Igualmente, conocerás la cantidad de tu indemnización por despido, hasta el último céntimo, sin tener que fiarte de quien ha recurrido a cualquier artimaña para intentar cubrirse sus espaldas y dar visos de legalidad a una acción tan descaradamente ilegítima como es el despido disciplinario del que eres víctima.
Para no pagarte: no les ha importado mentir y que dicha falsedad quede certificada
Como conclusión, para no pagarte tu indemnización por despido no les ha importado mentir y que dicha falsedad quede certificada en un burofax, impresa en un papel o registrada en un correo electrónico. Han sido capaces de todo, hasta de llegar a atentar contra la verdad y contra tu dignidad para no abonarte lo que te corresponde. Es por ello que te instamos a que hagas caso omiso a promesas de no impugnar el despido porque «pronto habrá una nueva contratación» o esos argumentos del tipo «no nos denuncies porque te hemos arreglado los papeles del paro». En multitud de ocasiones se llega hasta a apelar a los sentimientos de la persona despedida: «Recuerda lo bien que nos hemos portado contigo», «no nos denuncies porque estamos pasando una mala racha económica y no tenemos para pagarte» o «tú eres como de la familia, pero no nos queda más remedio que despedirte». Todos estos relatos falaces, a veces expresados entre lágrimas y los más lastimeros términos, sólo intentan ocultar que te encuentras ante un despido improcedente y que no quieren pagarte tu indemnización por despido.
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